¿Tiene Dios todas las respuestas? ¿Me creó Dios con un propósito específico?
Mi nombre es Sharon Lewis, y esta es mi historia.
Nací en Harlem, Nueva York y asistí a la iglesia desde mi pequeñez. Fue allí donde escuché por primera vez que Jesús murió en la cruz, se levantó de entre los muertos y resucitó. No entendí lo que significaba eso. Aún cuando crecí se me hizo difícil entenderlo. A menudo consideraba estas preguntas, “¿por qué estoy aquí en la tierra?, ¿cuál es mi propósito?, ¿cómo puedo conocer a Dios?”, y “¿qué pasará después que yo muera?”
Pasé por mi adolescencia, mi juventud, y la mayor parte de mi vida adulta con angustias y muchas pruebas. Lo cual me causó reflexionar en las mismas preguntas otra vez, “¿por qué estoy aquí? ¿qué pasará después que yo muera?” Por eso volví a la iglesia nuevamente, pero aún no encontraba respuestas. Siempre había sido implicado que debía ir a la iglesia y vivir una buena vida para poder ir al cielo. Asistía a la iglesia cada vez que me invitaban, y después de un tiempo me uní a una iglesia. Disfruté yendo y ayudando en cualquier area que pudiera en la iglesia. Todavía no encontraba las respuestas a mis preguntas.
Pasé por mi adolescencia, mi juventud, y la mayor parte de mi vida adulta con angustias y muchas pruebas. Lo cual me causó reflexionar en las mismas preguntas otra vez, “¿por qué estoy aquí? ¿qué pasará después que yo muera?” Por eso volví a la iglesia nuevamente, pero aún no encontraba respuestas. Siempre había sido implicado que debía ir a la iglesia y vivir una buena vida para poder ir al cielo. Asistía a la iglesia cada vez que me invitaban, y después de un tiempo me uní a una iglesia. Disfruté yendo y ayudando en cualquier area que pudiera en la iglesia. Todavía no encontraba las respuestas a mis preguntas.
En mayo del 1996, la fuerza naval me ordenó a que fuera a Fargo, Dakota del Norte, como Administradora Médica en el Centro de Reserva Naval de Fargo. Dos semanas después, comencé a buscar una iglesia. Busqué en las páginas amarillas (guía telefónica) para encontrar una iglesia. Encontré un anuncio de la Iglesia Bautista de Fargo con una foto, la dirección y el número de teléfono del pastor.
“Todavía no encontraba las respuestas a mis preguntas.”
Llamé a la iglesia para obtener direcciones y la hora del servicio. El próximo domingo, fui a la iglesia por la mañana y escuché por primera vez que uno puede saber con seguridad dónde se pasará la eternidad. ¡Se puede saber ahora, antes de uno morir! ¡WOW! Pensé que esto era increíble. Era exactamente lo que quería saber. 1 Juan 5:13 dice: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.” Luego el pastor nos urgió a que no tomáramos su palabra como autoridad final. Nos dijo, “No tome mi palabra; Léalo por sí mismo.” En ese momento supe que había encontrado el lugar donde podría obtener respuestas a mis preguntas, en la Biblia. Continué yendo a la iglesia, y cada verdad que se predicó sobre quién Dios es, me mostró más y más mi verdadero carácter ante los ojos de Dios. Romanos 3:23 dice, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Mirando hacia atrás, fue la mano de Dios que me había guiado todo el camino. ¡Dios usó la fuerza naval para mudarme y hacer posible que yo pudiera escuchar las verdades que se encuentran en la Biblia!
Pasé horas con el pastor Scheving, haciéndole preguntas y obteniendo respuestas en la Biblia. Patti Dennis comenzó a reunirse conmigo para hacer un estudio bíblico, y ella muy pacientemente contestó mis preguntas sobre la Biblia. Había pasado un año desde que comencé a ir a la iglesia, y todavía estaba tratando de desentrañar las cosas y entender lo que tenía que hacer.
La iglesia tuvo un servicio especial en el establo del Pastor Scheving en Septiembre del 1997. Yo había invitado a una señora de la que me había hecho amiga para que viniera conmigo a escuchar la predicación. Su marido estaba en el ejército. Me senté con mi amiga en las últimas sillas de atrás. Yo estaba sentada contra la pared. Se dieron los anuncios, cantamos música especial y comenzó la predicación. En retrospectiva, estoy segura de que fue la falta de fe en la Palabra de Dios lo que me impidió creer en Su promesa en Romanos 10:13, “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Esto fue algo muy personal ya que lo había escuchado muchas veces durante ese año. Yo quería conocer a Dios de manera personal. Quería tener fe en su palabra. Quería ser salva. Lo que tuve que hacer fue rendirme y poner toda mi fe y confianza en la obra que Jesús hizo en la cruz. Tuve que aceptar el pago de Su expiación de sangre por mi deuda de pecado y nada más. Tuve que creer que su palabra es verdadera. Lamenté que mi pecado clavó a Jesús en la cruz. Quería que las cosas estuviesen bien entre mi creador y yo.
La predicación fue dirigida directamente hacia mí esa noche. Mi corazón estaba muy pesado mientras el predicador describía nuestra condición antes de la salvación. Pareció ser un mensaje largo en mi mente. Pero de repente, mientras él predicaba, ¡lo entendí! ¡se me prendió el bombillo! ¡Soy una pecadora, y necesito pedirle al Señor que me salve! Él quiere una relación conmigo. Él no sólo me creó para traerme al mundo y llenar espacio; ¡Él tiene un propósito para mi vida! Mi corazón latía muy rápidamente, comencé a llorar, y en mi corazón, decía, ¡esa soy yo! ¡Necesito un salvador! Bueno, él terminó de predicar y invitó a cualquiera que no era salvo para que fuese adelante, y alguien les mostraría cómo ser regenerado. Me salí de mi asiento sin pedir disculpa, llorando tan fuerte que apenas podía ver. Llegué al frente, me arrodillé y le rogué a Dios que me salvara.
Pasé horas con el pastor Scheving, haciéndole preguntas y obteniendo respuestas en la Biblia. Patti Dennis comenzó a reunirse conmigo para hacer un estudio bíblico, y ella muy pacientemente contestó mis preguntas sobre la Biblia. Había pasado un año desde que comencé a ir a la iglesia, y todavía estaba tratando de desentrañar las cosas y entender lo que tenía que hacer.
La iglesia tuvo un servicio especial en el establo del Pastor Scheving en Septiembre del 1997. Yo había invitado a una señora de la que me había hecho amiga para que viniera conmigo a escuchar la predicación. Su marido estaba en el ejército. Me senté con mi amiga en las últimas sillas de atrás. Yo estaba sentada contra la pared. Se dieron los anuncios, cantamos música especial y comenzó la predicación. En retrospectiva, estoy segura de que fue la falta de fe en la Palabra de Dios lo que me impidió creer en Su promesa en Romanos 10:13, “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Esto fue algo muy personal ya que lo había escuchado muchas veces durante ese año. Yo quería conocer a Dios de manera personal. Quería tener fe en su palabra. Quería ser salva. Lo que tuve que hacer fue rendirme y poner toda mi fe y confianza en la obra que Jesús hizo en la cruz. Tuve que aceptar el pago de Su expiación de sangre por mi deuda de pecado y nada más. Tuve que creer que su palabra es verdadera. Lamenté que mi pecado clavó a Jesús en la cruz. Quería que las cosas estuviesen bien entre mi creador y yo.
La predicación fue dirigida directamente hacia mí esa noche. Mi corazón estaba muy pesado mientras el predicador describía nuestra condición antes de la salvación. Pareció ser un mensaje largo en mi mente. Pero de repente, mientras él predicaba, ¡lo entendí! ¡se me prendió el bombillo! ¡Soy una pecadora, y necesito pedirle al Señor que me salve! Él quiere una relación conmigo. Él no sólo me creó para traerme al mundo y llenar espacio; ¡Él tiene un propósito para mi vida! Mi corazón latía muy rápidamente, comencé a llorar, y en mi corazón, decía, ¡esa soy yo! ¡Necesito un salvador! Bueno, él terminó de predicar y invitó a cualquiera que no era salvo para que fuese adelante, y alguien les mostraría cómo ser regenerado. Me salí de mi asiento sin pedir disculpa, llorando tan fuerte que apenas podía ver. Llegué al frente, me arrodillé y le rogué a Dios que me salvara.
“Comprendí esa noche que Él lo hizo todo: no había nada más que hacer, sólo creer en su promesa.”
El pastor Scheving estaba allí con una Biblia abierta, tratando de mostrarme las Escrituras, pero llevaba más de un año asistiendo a todos los servicios y escuché el mensaje de salvación muchas veces. Me recordé de todos los versículos mientras estuve arrodillada allí, llorándole a Dios, confesando mi condición pecaminosa y pidiéndole que me salvara. Puse mi fe en lo que Jesucristo hizo en la cruz. Comprendí esa noche que Él lo hizo todo: no había nada más que hacer, sólo creer en su promesa.
He escuchado muchos testimonios de salvación que hablan del peso de la carga que se levanta en ese momento. Es cierto que se te quita un peso que apenas puedes describir cuando naces de nuevo. Mi amiga me dijo que yo me notaba diferente mientras conducía de regreso a casa esa noche. ¡Tenía tanta alegría! Le expliqué la razón de esa alegría y lo que hice esa noche. Supongo que ella fue a la primera persona a quien atestigüé.
Noté que mi R&B ya no me sonaba tan bien como anteriormente. Casi inmediatamente boté toda la música que tenía en el basurero, junto con las películas poco después. 2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” No soy perfecta, sino un pecadora salva por la gracia. Efesios 2:8, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”
Ahora tengo el deseo de decirles a todos que Dios los ama y quiere tener una relación con ellos, y que su pecado los separa de Dios. Él envió a su Hijo a morir por sus pecados y por los míos. Mi deseo es ir a muchos lugares del mundo para contarle a todos la Buena Nueva de que Jesús murió, fue sepultado y resucitó de entre los muertos. ¡Él está vivo! Dios me está moldeando y haciéndome a la imagen de su Hijo todos los días. Disfruto de la comunión de tantas hermanas y hermanos en todo el mundo.
¿Alguna vez has pensado en cómo llegaste aquí? ¿Hay un Dios, y cómo puedo conocerlo? ¿Qué pasará después de que muera? ¿Qué debería estar haciendo? La Biblia tiene todas las respuestas a sus preguntas y mis preguntas. Alguien se tomó el tiempo para mostrarme en la Biblia la respuesta a todas mis preguntas. Revelaciones 4:11, “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” ¡Dios nos creó a ti y a mí para su placer, para darle gloria y honor a Él porque Él es digno!
Noté que mi R&B ya no me sonaba tan bien como anteriormente. Casi inmediatamente boté toda la música que tenía en el basurero, junto con las películas poco después. 2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” No soy perfecta, sino un pecadora salva por la gracia. Efesios 2:8, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”
Ahora tengo el deseo de decirles a todos que Dios los ama y quiere tener una relación con ellos, y que su pecado los separa de Dios. Él envió a su Hijo a morir por sus pecados y por los míos. Mi deseo es ir a muchos lugares del mundo para contarle a todos la Buena Nueva de que Jesús murió, fue sepultado y resucitó de entre los muertos. ¡Él está vivo! Dios me está moldeando y haciéndome a la imagen de su Hijo todos los días. Disfruto de la comunión de tantas hermanas y hermanos en todo el mundo.
¿Alguna vez has pensado en cómo llegaste aquí? ¿Hay un Dios, y cómo puedo conocerlo? ¿Qué pasará después de que muera? ¿Qué debería estar haciendo? La Biblia tiene todas las respuestas a sus preguntas y mis preguntas. Alguien se tomó el tiempo para mostrarme en la Biblia la respuesta a todas mis preguntas. Revelaciones 4:11, “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” ¡Dios nos creó a ti y a mí para su placer, para darle gloria y honor a Él porque Él es digno!